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Bienvenido al blog de Julia Jiménez Hens

martes, 30 de junio de 2015


Todos estamos unidos en nuestras diferencias.


El adulto es un niño que cambió jugar por juzgar.


“Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo. Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quintaesencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta.
Tu padre. ( Albert Einstein)”

domingo, 21 de junio de 2015


Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo.
 Eckhart Tolle 

Alcanzar la sabiduría emocional


Pensamientos, miedos, aspiraciones, dudas, complejos, envidias, sueños que cumplir, lamentaciones y emociones, un cúmulo de desordenadas emociones. Las personas somos un conglomerado de todo esto y mucho más. Una complejidad maravillosa que nos hace ser  valientes y a instantes, también vulnerables. Dualidades complejas en la cuales, creemos tener en control de nuestras vidas, y, sin embargo, nunca dejamos de tambalear como barcos a la deriva.
¿Seremos capaces alguna vez de alcanzar un equilibrio, una necesitada sabiduría emocional que nos haga comprendernos mejor a nosotros mismos y a los demás? Es difícil, lo sabemos. Todo un reto donde cada día habremos de indagar un poco más en nosotros mismos para alcanzar un conocimiento completo de lo que necesitamos y lo que somos.
En esta vida nerviosa llena de responsabilidades y problemas, apenas tenemos tiempo para escuchar nuestra propia voz. Son muchos los ecos que nos llegan. Palabras que nos ordenan. Obligaciones laborales y personales que nos inoculan el estrés y la ansiedad, esas enfermedades modernas que no curan las aspirinas ni las duchas calientes. La verdadera cura a muchos males actuales se encuentra a veces en nosotros mismos, en saber encontrar ese punto de equilibrio en el cual, una mañana decirnos en voz baja y orgullosos “hoy soy feliz, hoy me siento bien”. La sabiduría emocional tiene mucho que ver con ello
¿Cómo lograr alcanzar la sabiduría emocional?
Escucha a tu cuerpo más que a tu cerebro: 
Tu mente te abrirá cada mañana de inmediato la agenda del día: debes hacer esto y aquello. Debes llamar a tal persona, debes ir aquí, olvidarte de esa otra cosa porque no vas a tener tiempo. Nuestro cerebro es a veces maquiavélico y nos empuja como un motor aeronáutico hacia lo que se supone que debemos hacer.
Pero ¿qué dice tu cuerpo? ¿cómo te sientes? ¿te ves con fuerzas para levantarte de la cama? ¿sufres de muchos dolores de cabeza o musculares? Tal vez te esté indicando algo. Y es posible que llegue un instante en que a pesar de que tu cerebro te diga “adelante”, tu cuerpo te dirá “no puedo”. De ahí que sea básico que sepas escucharlo, porque las emociones se atenazan silenciosamente en él, en ese estómago lleno de nervios, en ese miedo que tensa tus cervicales… escúchalo.
Acepta lo que sientes: 
Nunca disfraces tus emociones con máscaras para disimularlas. No te reprimas, no te calles, no te guardes… disimular nuestros sentimientos como si no ocurriera nada nos irá fragmentando por dentro y en silencio. Emociones disimuladas que preferimos enterrar para aparentar que estamos bien o que no nos han hecho daño, es algo realmente peligroso para nuestro equilibrio. La sabiduría emocional llega con la aceptación de lo que somos, y lo que sentimos en un momento dado.
Haz lo que te haga sentir bien:
Tan sencillo y tan difícil. Hacer lo que sintamos y no lo que debamos. Es algo complejo sin duda, pero en la medida que podamos es esencial que busquemos siempre este fin. Hacer aquello que nos sea gratificante y que nos enriquezca, que nos haga sentir útil, es básico para nuestro desarrollo personal y emocional. No importa que por ejemplo, te pases la vida haciendo cosas por los demás, no es al resto del mundo a quien debes demostrarles algo, es a ti mismo. Porque la verdadera felicidad empieza siempre en la propia interioridad. Si estás feliz y satisfecho con lo que eres y aquello que haces, entonces serás capaz de aportar también bienestar al resto.
El cambio como oportunidad para madurar:
La vida es cambio. Es ir subiendo escalones, ahí donde encontrar la energía suficiente para asumir nuevos retos y realidades. La finalidad será siempre alcanzar tu propio bienestar. Atiende todo aquello que hay a tu alrededor, siente, escucha, aprende… un espíritu flexible que sabe adaptarse y que se enfrenta al mañana con optimismo, es una persona valiente que no teme a los cambios.
Desarrolla la empatía:
Para desarrollar una buena empatía, primero, hemos de ser capaces de escucharnos, de saber qué dicen nuestros sentimientos y emociones. Solo cuando seamos capaces de entendernos a nosotros mismos, también seremos capaces de leer en las emociones ajenas, comprenderlas y hacerlas nuestras. Acercarnos más a los otros y ponernos en su punto de vista para hacer las distancias más estrechas y la realidad, menos complicada.



Quien mira hacia fuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta” 
Carl Gustav Jung.

La asertividad es la manera que tienes de comunicarte para poder expresar lo que sientes y crees, realizar sugerencias de manera honesta y sobre todo, defender tus derechos.
Pero... ¿cómo ser más asertivo?

Elimina la culpa: Los pensamientos negativos o la falta de comunicación pueden estar basados en el hecho de sentirse culpable. “Que mal amigo soy, como no voy a ayudar a Juan a pintar su piso”. Cambia por una visión más positiva: “Merezco el fin de semana para poder estudiar y descansar”.
Recuerda que nadie puede leer la mente: Bueno, quizás haya personas que sí, pero en general, no. Los demás no tienen la bola de cristal para saber lo que te ocurre. La única manera de que se enteren es… ¡Que tú se lo digas!
Defiende tu verdad: No todo lo que expreses será la verdad absoluta (que para muchos no existe), sino que estarás protegiendo lo que a ti te pasa… ¡Y eso ya es mucho!
Sé concreto: No te vayas por las ramas, di las palabras justas en el momento adecuado.
No olvides que la asertividad tiene un efecto sobre tu autoestima, porque te estarás respetando a ti mismo. Lograrás también que los demás lo sean contigo.

“La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dicey lo que uno hace están en armonía”
Mahatma Gandhi

Busca oportunidades para hacer frente a los cambios


Había una vez… un viejo campesino, el cual cada día andaba largos kilómetros para recoger agua de la que era la fuente más cercana, y transportarla a sus allegados. El hombre caminaba cada día portando a sus hombros dos vasijas, apoyadas sobre un palo.Las vasijas, al igual que él, no era inmunes al paso de los años, y también habían ido envejeciendo y deteriorándose con el paso del tiempo.Una de las vasijas había resultado más castigada con los continuos viajes del hombre y hacía tiempo ya que se había agrietado, lo que hacía que perdiera cada vez más agua en los trayectos. Cierto día, “la vasija agrietada” le dijo al hombre:– No sé si te has dado cuenta de que hace ya un tiempo de que tengo grietas y que no sirvo para mucho… Mientras la otra vasija hace largos y largos kilómetros llevando toda la cantidad de agua que le echas, yo sin embargo pierdo cada día más de la mitad del agua por el camino. Creo que lo mejor para ti sería que me abandonaras y me cambiaras por otra vasija que hiciera la labor que tú te mereces.El hombre se paró, dejó con delicadeza las vasijas en el suelo y le dijo a la vasija agrietada:– ¿Tú te has podido fijar en lo que ha pasado desde que te empezaste a agrietar hasta la fecha de hoy? ¿Te has fijado en el camino que juntos hacemos cada día?La vasija se quedó pensativa por un momento y, resignada, contestó:– No, yo solo sé que no sirvo para nada pues no soy capaz la única función que SE SUPONE que tengo. De verdad pienso que deberías cambiarme por otra.El hombre la miró fijamente y le dijo a la vasija:– Escucha atentamente, vieja amiga. Cada día, desde que te empezaste a agrietar por el lado derecho de mi hombro, por todo el camino que juntos recorremos, planté unas semillas, que como podrás comprobar no sólo me alegran el paseo cada día con los colores y olores que desprenden las plantas, sino que además han dado sus frutos y me permiten a mí y a otros recogerlos y llevar alimentos a nuestras familias.¿Y gracias a qué? ¿Sabes a qué? Gracias al agua que tú misma has ido derramando por el camino. Debes estar orgullosa de lo que eres.Las cosas hay que cambiarlas en la medida que se pueda y sobre todo, buscar oportunidades para hacer frente. Eso, es lo que he hecho yo contigo. Debes estar orgullosa de quién eres y de qué hemos conseguido a pesar de las adversidades. Nada más.
Espero que aprendas una lección: las cosas que no funcionan como antes, no se deben abandonar y dejar de lado porque ya no sean como esperamos. 
Con este cuento podemos ver cómo en ocasiones nos sentirnos mal por algo que no es como antes, porque nos creemos inútiles o incapaces de afrontar situaciones y problemas, debilitando así nuestra autoestima.
Hay que darse cuenta de que todos pero ABSOLUTAMENTE TODOS tenemos defectos pero también muchas virtudes. No debemos compararnos para lamentarnos, sino mejorar lo que tenemos o lo que somos y sacarle partido a las adversidades.
Un buen nivel de autoestima nos ayuda a afrontar todas estas situaciones y no caer en los derrotismos. Es entonces cuando podemos decir que hemos aprendido de la vida y que estamos preparados para hacer frente a las adversidades. 

jueves, 18 de junio de 2015


Lo siento, pero tú no eres mi felicidad. No, no lo eres y por eso me libero. Me niego a poner mi vida emocional en tus manos. Si tú fueras mi felicidad, tu ausencia sería mi acabose y viviría en el filo de la navaja. No quiero intentar adueñarme de ti, ni va conmigo, ni me interesa.

¡Qué pesado es hacerse cargo de la dicha de otro! ¡Qué tarea tan difícil, por no decir imposible! Prefiero respirar por mí misma, andar sin muletas y ser como soy. No quiero pertenecerte, ni que tú me pertenezcas. Andemos juntos, si queremos, si nos apetece, a cualquier lugar, pero no seamos “el uno para el otro”, por favor.

Todos tenemos un amor para toda la vida: nosotros. Solo cuando yo me ame sin restricciones, sin inseguridades y sin complejos lograré hacer lo mismo contigo
Nadie puede amar por ti, ni crecer por ti ni sonreír por ti ni respirar por ti. Solo tú tienes el poder de salvarte y de crear un amor saludable, esa es la mayor dicha del mundo.

Texto adaptado de Walter Riso

domingo, 14 de junio de 2015

Cuando alguien juzgue tu camino, préstale tus zapatos.
Lo más probable es que haya proyectado en ti sus propios defectos, sin antes, haberse puesto en tu lugar con respeto y humildad.
Habitualmente, son las personas con una baja autoestima las que más juicios equivocados suelen emitir. Cuando una persona no se acepta a sí misma de modo incondicional, tampoco puede aceptar a los demás de la misma forma. Es rígida, perfeccionista y enjuicia de un modo casi arbitrario.

Antes de juzgar, deberíamos aceptarnos a nosotros mismos de modo incondicional con nuestros defectos y nuestros talentos. Cuando alguien trabaja en su perfeccionismo y en la aceptación de sí mismo, eleva su autoestima, y será entonces, cuando cambiará su forma de relacionarse consigo misma y con el resto del universo.
Antes de decidir sobre la vida de los demás, deberíamos tratar de indagar y corregir sobre la nuestra. Recordemos que para poder amar y ayudar a los demás, necesitamos aprender antes a amarnos incondicionalmente a nosotros mismos.

Recuerda: Nadie puede dar lo que no tiene; y es siempre más fácil ver los defectos de los demás que los propios, pero esto es sólo porque es más sencillo detectar en los demás un indicio de lo que ya hay en nosotros mismos.

sábado, 13 de junio de 2015


Si borrara los errores de mi pasado, borraría la sabiduría de mi presente


Todo lo que soy hoy, es gracias a aquello que hice y a lo que no. A mis éxitos, pero también a mis fracasos. Y quizás, más a estos últimos que a los primeros.

Descubre la
oportunidad
escondida.

Huye de las certezas, acepta los imprevistos


Mantén el equilibrio y sé el mástil de tu propia vida, porque eres tú esa persona en la que siempre debes confiar en primer lugar, tú quien debes resolver tus propios miedos y llenar tus vacíos. No amarres a nadie a esa obligación, a tener que solucionar tus cosas o a ser el esclavo de tus expectativas por miedo a decepcionarte en algún momento.
Deja que te quieran en libertad y sin sometimientos, permite que hagan cosas por ti si así lo desean, y si no lo hacen, no los sanciones ni te hundas, déjales ser como quieran que sean. Sé tu como quieres ser, aprende  andar por el mundo con seguridad y con madurez, construyendo tu propia felicidad con respeto a los demás. 
Espéralo todo de ti y vive en armonía con los demás.

Establecer unas expectativas muy altas en quienes nos rodean, es también un modo de coacción, casi una obligación moral a que cumplan nuestros deseos. Es un modo de vetar sus libertades, cuando en realidad, de quien debemos esperarlo todo es de nosotros mismos.
Siempre será mejor que las personas que forman parte de nuestra vida actúen con plena libertad y con voluntad propia. Si hacen algo por nosotros es porque así lo han querido desde lo más profundo de su corazón, y como tal, lo agradecemos, pero si no lo hacen, no es algo que deba preocuparnos u obsesionarnos.
Es de nosotros mismos de quien hemos de esperarlo todo, tú quién debes ser capaz de resolver tus problemas sin “someter” a otros a dicha obligación, tú quien debes afrontar tus miedos y no proyectarlos en los demás…