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Bienvenido al blog de Julia Jiménez Hens

domingo, 26 de octubre de 2014


La mujer sólo es libre si es salvaje.


La miré y supe que sería inalcanzable. Aún así tenía que intentarlo. 
Le dije una sola frase: sé que mi próxima cicatriz llevará tu nombre.


Te vi follar y fallar y no sé cuándo me gustaste más: 
si cuando te contemplé proclamándote diosa o cuándo te observé confesándote humana.

viernes, 17 de octubre de 2014



Ser sensible es ser capaz de ver.
Más allá.







Cuando tu mente, que había estado inerte, decide despertar.

Sin avisar la muy zorra.

Nada se toma solo. Ni una decisión, ni un batido, ni un respiro.
Pero sin duda, tomar una decisión es mucho más difícil.



Me falta espacio para mi y tiempo para ti. Me falta musicalidad. Ya no escucho melodía en los acordes de mis venas. Ya no siento calor cuando rozo mis caderas, cuando agito mi melena.
Me falta elasticidad en las intenciones. Pasión. Tensiones. Vacío y suspensiones.
Me falta tanto. Me falto yo. Mi silencio y mi reflexión. Una conexión. Donde amarme de nuevo, donde encontrarme, donde entender ese anhelo... para perderme. Para tocar el cielo.





miércoles, 15 de octubre de 2014

Sé aire fresco. Sé vida.




Todo el mundo habla de libertad. Del alma. De la vida.
Pero la verdad es que a la gente le aterra decidirse a vivir su vida, decidirse a liberar su alma.
¿Por qué?
¿Nos da miedo que lo que queremos no coincida con lo que nos han enseñado que debemos querer?
¿Nos da miedo hacer cosas distintas a lo que los demás esperan que hagamos?
Nos da miedo.
¿Nos da miedo atrevernos a vivir?
No te atrevas a morir en vida.
¿Y quedarme tranquila en mi ignorancia, anestesiada en un mundo lleno de posibilidades?


¿De verdad existe esa opción?

¿Una hora?
¿Un día?
Una vida.



Necesitaba más. Que las cosas tuvieran un sentido, un porqué. Un orden. Un control.
Entonces lo supo. Se quedo quieta, paralizada, mirando por aquella ventana y comenzó a llorar. ¿Se estaba engañando? ¿Tenía aquello sentido para ella? ¿Estaba tomando la dirección que le hacía feliz?
La habitación se estrechó en cuestión de segundos y la casa se hizo más y más pequeña. La ciudad no parecía suficientemente grande para huir, para esconderse, ni siquiera para encontrar lo que buscaba. ¿Aquí? ¿Allí? ¿Dónde? No ahora, no así, no de esta forma. Anhelaba cambios, anhelaba una profundidad emocional de la que ni siquiera existían indicios. No los había.
Incomprensión. Dudas. Necesitaba que tuviera sentido para ella y, por lo tanto, que dejara de tener sentido para la mayoría de los mortales.
En su caos es su orden. En su búsqueda insaciable de experiencias, de probar exquisitos puntos de vista diferentes e ideas extremas, esto es demasiada monotonía. Demasiado porque sí sin preguntar: ¿por qué no?
Cuestionarlo todo o no cuestionar absolutamente nada y dejarse llevar.

Tiene que existir un sentido escondido, una belleza intrínseca que lo explique todo. Un por qué con una hermosa melodía de fondo que lo acompañe. Pero no un porque sí.
No creo en los porque sí. Tampoco en los porque no.