Bienvenido

Bienvenido al blog de Julia Jiménez Hens

miércoles, 25 de diciembre de 2013

lunes, 23 de diciembre de 2013



Esta mañana me he decidido a hacer limpieza de armario, a sacar todo lo viejo, todo lo que no utilizo y que tan solo se encuentra ahí ocupando un espacio, acumulando polvo y robando energía.
Me he desprendido de infinidad de cosas, no os podéis hacer una idea... de hecho he dejado el armario semi vacío. O semi lleno, mejor dicho... porque afortunadamente tengo con qué llenarlo.


Me parece tan sano y enriquecedor el ejercicio de preguntarse a uno mismo "¿realmente necesito esto?, ¿quién sería yo sin la absurda creencia de que necesito todas estas cosas... tal vez alguien más pleno, más libre y más feliz?, ¿podría serle más útil a otra persona?"
Tenía tantas cosas que no me ponía o que no utilizaba... y es tan liberador desprenderse de ello...
Es absolutamente comparable a quitarse un peso de encima. No necesito todo eso. No, no y no. Y no necesito consumir más y más para ser cada día más feliz. ¡No!
Es una revelación interior, una afirmación de tu alma, una negativa a permitir que cosas tan banales te roben energía.

Cosas acumuladas a las que a penas doy uso. No las necesito. No me aportan nada. Cedérselas a gente que realmente las necesita... eso sí me aporta algo: FELICIDAD. Pero no una felicidad ligada a un gesto de bondad o altruismo, no. Esa clase de felicidad es tan sólo una anestesia para el alma, un premio de consolación, un "Ya he cumplido por hoy, he hecho algo bueno... ¡a seguir gastando!". Se trata de un felicidad asociada al concepto de responsabilidad social, de moralidad, de empatía.
Como ser humano que soy, con todas mis necesidades básicas más que cubiertas, debo ayudar a los demás si está en mi mano... porque esa es mi responsabilidad y mi deber, porque hay ciertos mínimos morales que como seres conscientes y sociales que somos, no debemos olvidar nunca.

Desprenderse de cosas innecesarias significa liberarse. Todo lo que necesito para ser feliz está realmente dentro de mi. Ser feliz es una actitud, una forma de vida y de ver las cosas, una forma de entender el mundo y la naturaleza. Un sensibilidad especial, un amor extraordinario por lo vivo.
En el momento en que ligamos la felicidad a cosas externas, a objetos materiales o a la mera sensación de "necesitar" a alguien para ser feliz... estamos caminando en el sentido equivocado, buscando en la dirección errónea.
La felicidad es un estado del alma que sólo puede alcanzarse desde la gratitud y la simplicidad, desde el arte de saber disfrutar de los maravillosos momentos que nos brinda la vida.
La felicidad es un saber dar gracias por todo cuanto tenemos, y no una carrera por acumular cosas en la búsqueda de todo cuanto erróneamente creemos necesitar.

Limpiar mi armario y desprenderme de todo lo viejo para darle una mejor vida me ha llevado a limpiar mi mente y mi conciencia, y desprenderme también de ideas absurdas y consumistas que se asientan en nuestra mente de manera tan común y automática en nuestra sociedad.

Desprenderse, liberarse, simplificar y dar las gracias.