Mi historia sobre todas las cosas y todos los seres es responsabilidad mía.
¿O acaso no puedo crear el mundo que yo desee en mi mente, para mi? ¿Quién establece lo que es y lo que debe ser? Nadie, porque nada debe ser. Se es. Se existe. Y punto.
En mi cabeza no se conciben los deberías. ¡Qué gran absurdo! No existen las cosas que no ocurren y que otros consideran que debieron ocurrir. En mi cabeza solo hay lugar para mis percepciones. Para el momento presente y el suceso inmediato. Tan único, brillante y magnífico para mi. Sólo para mis retinas y para mi. Qué excitante mi vida. Y mía. Y por eso sólo yo decido sobre ella. Y la amo y la abrazo como es. Como es para mi. No podría ser de otra forma. Las cosas son como son, en mi caótico equilibrio, y así es como las quiero.
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