En este mundo hay que mirar frente a frente a nuestros miedos, hay que saber entenderlos, comprenderlos y aceptarlos. Es así como verdaderamente crecemos las personas, porque la tristeza o el dolor no son desechos que esconder en un rincón de nuestra alma, ni en la oscuridad de una habitación; sino algo para pararse a analizar, darle importancia, e incluso compartir.
Todo vacío existencial tiene una forma y hay que saber comprenderla para dejar escapar a ese lobo interno, y transitar con más seguridad sabiendo qué necesitamos.
Acepta los sucesos, vengan como vengan, comprende lo que ha ocurrido y, aunque a veces te suene incomprensible, intenta agradecer el aprendizaje que has obtenido. Tal vez el dolor de ahora te sirva mañana para entender la lección, puede que ese vacío existencial te empuje ahora a buscar nuevas áreas en tu vida que te van a satisfacer realmente como jamás habías imaginado.
Avanza, perdona, pasa página, deja escapar esos pesos e integra en tu vida todo lo que has aprendido. No hay modo más enriquecedor de llenar vacíos que mediante la humildad y el aprendizaje.
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