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Bienvenido al blog de Julia Jiménez Hens

viernes, 2 de enero de 2015

Siempre hacia delante.


Abrirme un poquito más, aunque cueste. Explicar porque no soy todo lo romántica y cariñosa que son esas otras chicas, y tratar de expresar que lucho a diario una pequeña guerra interior contra mi pasado que aunque me atemoriza, me hace ser más fuerte y me permite ser cada día una persona un poquito más sana y más equilibrada.
Quiero avanzar, siempre hacia adelante, y todo el mundo sabe que eso no es fácil. Lo fácil, aunque no lo mejor (ni mucho menos), es quedarse estático o retroceder. Pero yo no he caminado en vano, y mira que a mi me gusta caminar. No, no. Yo he caminado con los ojos puestos en el horizonte, con el deseo de alcanzar mi paz interior, mi propio equilibrio, la estabilidad emocional. Que el que algo quiere, algo le cuesta, y que salir de la zona de confort y dejar de lado los mecanismos de defensa que has estado utilizando hasta ahora, cuesta, pero es lo procedente. Lo realmente sano y liberador.
Los mecanismos de defensa, por absurdos que parezcan, cumplen una función inmediata y liberadora en un momento específico en que la vida se complica demasiado y uno debe mantener su psique (más o menos ilesa). Pero del mismo modo que aparecen con un propósito, deben abandonarse también cuando ya pasó el tornado y se quiere volver a la calma. No debemos amarrarnos a hábitos del pasado sólo porque en su momento nos sirvieron para sobrellevar la situación, por dura que fuera, porque como personas dinámicas que somos, evolucionamos, avanzamos, y nuestras circunstancias y mecanismos cambian. No nos vale lo mismo para toda la vida. ¿O acaso serviría que a día de hoy hiciera una pataleta de niño pequeño si quisiera mostrar mi enfado o conseguir algo? No, ¿verdad? Pues con lo demás es igual. Aunque cueste salir del confort de nuestros hábitos y manías rutinarias, debemos abandonarlos cuando sabemos que ya no nos hacen bien, que nos estancan y nos hacen entrar en un bucle de sufrimiento innecesario, que ya no es real. Si somos capaces de aprender a vivir sin ellos, aunque cueste desprenderse, un futuro más libre y esperanzador estará ahí para nosotros, ya sin miedos y sin fantasmas, al menos no como los del pasado.
Yo lo sé, sé todo esto y algunas otras cosas más. Y también hay mucho sobre mi misma que aún ignoro porque no soy capaz de descifrar la totalidad de mi mente inquieta. Lo importante es que, sabiéndolo, ya puedo actuar al respecto. Lo haré. Más o menos lento, me costará más o menos, pero sé que pondré todo mi empeño y lo haré... porque por negro y oscuro que pueda ser el pasado, mi futuro lo escribo yo, y hay luz siempre que yo quiera verla; y si he salido de esa, salgo de lo que yo diga. Que para Ave Fénix, y para lo que haga falta, aquí estoy yo. Y no me proclamo como triunfadora inmediata porque no soy tan buena ni tan hábil, sino como combatiente valiente, con los ovarios muy bien puestos. No sé cómo me saldrá la jugada, pero sé que por estar feliz y sana, pondré toda la carne en el asador, y la lechuga y los pimientos también, si hace falta. Superar obstáculos es muy muy muy difícil, e implica desprenderse de aquello de lo que tanto miedo nos da despedirnos, pero es la única forma de avanzar y de darnos cuenta de que sin ello, no sólo no estamos incompletos, si no que somos personas más fuertes, más equilibradas y más auténticas, y FELICES, al fin y al cabo.

Un día no es realmente un día si no haces algo que te da miedo, que te asusta de verdad. Porque los miedos, esconden carencias que aún tenemos que superar, y sólo atreviéndonos a aceptarlas podemos aprender de ellas y hacernos personas más completas.

Gracias.

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